«Estamos en una sociedad que niega el futuro de las madres, la identidad de las mujeres que se pierden cuando llega el tsunami materno, La presidenta de la asociación y fundadora de Malasmadres Laura Bayen Club durante la presentación, presentando los resultados de la investigación, en esta versión final, llamó la atención a la red de atención, como oficial y no oficial.
El estudio resumió la investigación realizada del 17 al 19 de febrero de este año.
de 18 mil mujeres y se encontró que alrededor del 20% después de ser madres tuvieron que renunciar a puestos de responsabilidad o pasar a otro trabajo donde su horario les permitiera compaginar responsabilidades de servicio profesional.
situación. De hecho, más de la mitad incluso dijo que tuvieron que dejar su trabajo debido a la sobrecarga laboral, a no poder hacer las cosas y a no poder cuidar de su salud mental.
En particular, el 52% de las mujeres encuestadas afirmó haber tenido que reducir su jornada laboral tras ser madres; tomar licencia todos los miércoles; y el 21% dejó puestos de responsabilidad.
Además, el 20% cambió de trabajo con horarios que les permitían mantener el equilibrio; y el 16% dejó su trabajo inmediatamente.
El motivo del rechazo de dos de cada diez mujeres fue porque no podían afrontar el costo de la atención y sentían que no valía la pena pagar por los servicios o la guardería. Por este motivo, la asociación subraya la necesidad de ofrecer estos servicios de forma gratuita y garantizar que no exista una «brecha social» entre las familias que pueden permitírselo y las que no.
De lo contrario, sostiene Baena, «la reconciliación como privilegio retribuido» continuará.

Los abuelos también juegan un papel importante en la conciliación de las madres: siete de cada diez recurren a los abuelos cuando ella o su pareja, en su caso, no pueden hacerse cargo de los hijos.
Además, el 58% dijo sentirse más apoyado por sus familias en comparación con el 40% que sentía lo mismo por la empresa donde trabajaba. Seis de cada 10 personas trabajan para empresas que no ofrecen ninguna medida para favorecer la conciliación, y sólo el 19% afirma tener flexibilidad horaria.
Asimismo, las investigaciones también muestran que el apoyo del sistema gubernamental tampoco es suficiente.
Cuando se les preguntó sobre otras ayudas además de la familiar, seis de cada diez personas no sabían que existían servicios públicos de atención en su municipio o zona; y sólo el 17% admitió haberlo pedido alguna vez.
“Es interesante porque lo queremos, pero no lo tenemos cerca”, afirma la socióloga Maite Egozcozabal.

¿Consecuencia? La visible “punta del iceberg”, como señaló Egozcozabal, se materializa en forma de caídas en los salarios, los mercados laborales, los nacimientos o el número de hijos y, en última instancia, una reducción de las tasas de fertilidad.
Relacionado con la falta de responsabilidades familiares compartidas, roles de género aún importantes o creencias sobre cómo es una buena madre.
Y externamente, en cuanto a sistemas de trabajo, recursos, licencias y redes de soporte”, afirmó.
Como explica la socióloga, lo que está pasando es que el contexto hace cada vez más difícil que las mujeres jóvenes quieran tener hijos.
Dijo: “Si todavía viviéramos con nuestros padres a la edad de 30 años, sería difícil que sucediera algo como esto.
Como resultado, el nacimiento del primer hijo se retrasa. De hecho, el informe muestra una diferencia significativa entre el número deseado de hijos y el número que eventualmente nacerá. El 60% de los encuestados tendría más si les dieran más apoyo y al hablar del número de hijos, el 75% de los que tienen un solo hijo dijeron que querían tener más pero no podían por falta de apoyo.