El Ayuntamiento de Burgos anunció esta semana que eliminará las malas hierbas de las zonas verdes para combatir una epidemia de serpientes que, según se dice, está poniendo en peligro la vida de peatones y mascotas.
Como evidencia de la invasión ofidio, las redes difundieron imágenes de varios ejemplares con la cabeza destrozada con palos.
La consultora medioambiental anunció una reunión de emergencia con bomberos, policía local y sanidad para diseñar una línea de actuación.

Cuando se trata de especies protegidas, ¿pensamos que en respuesta a las advertencias públicas, deberíamos correr al lugar, capturarlas y atraparlas?
¿Llenarlos de gasolina? El inusual calor de abril los sacó de su trance, al igual que los teóricos de la conspiración, que rápidamente acusaron a los ecologistas de ser responsables de criar y liberar insectos peligrosos, con los que alimentar a los buitres. Otros culpan a la naturaleza sucia del bosque lleno de hierba y arbustos.
Lo que sucede después es normal.
Los herpetólogos, anfibios e ingenieros forestales ahora deben completar un título universitario.
Todos tienen una opinión menos los que saben.
En España existen 11 especies de serpientes, de las cuales sólo 3 son peligrosas.
Como mucho el hocico no es mortal, pero si nos muerden tendremos que acudir al hospital a buscar el antídoto.
Comen ratones e incluso escorpiones.
Sólo muerden cuando les molestamos, ya sea de forma intencionada o no.
No saltan sobre el cuello de las mujeres, no amamantan ni se suben a las piernas de las mujeres.
Cada año mueren más personas por picaduras de abejas y avispas que por mordeduras de serpientes, pero eso no importa, los reptiles son peores. Si el elector dice que hay que acabar con el problema de las serpientes, fumigaremos los campos y lo que nos digan.